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¡Esperad, Mormones, que aún tengo preguntas!
Tengo un amigo con una madre un tanto… peculiar. Bueno, si sustituyen “peculiar” por “cansina y preguntona” obtendrán un retrato más fiel a la realidad.
Un día unos mormones, ingenuos ellos llamaron a su puerta, y al contrario que el resto de vecinos, les dejó entrar en casa. Lo que no sabían es donde se metían.
A la madre de mi amigo le importaba poco su religión, lo que quería era satisfacer su morbosa curiosidad. Poco después de las presentaciones y de que empezaran a explicarles su peculiar culto, la madre de mi amigo entró al trapo:
– He oído que pueden casarse con varias mujeres
– (Los mormones se quedaron bloqueados) ¿Como dice, señora? Yo estoy casado y tengo una mujer y dos hijos, somos una familia normal.
– Pero yo he oído que los mormones tienen muchas mujeres.
– Lo siento, señora, pero lo ha escuchado mal. Somos familias normales, como la suya, pero somos muy felices y…
– Pues si lo he oído por algo será, ¿no?
Después de un rato de absurdo debate volvieron a retomar su charla los mormones, pero pronto fueron interrumpidos de nuevo:
– Así que son una secta, ¿no?
– (Nuevamente sorpresa) No, no, nosotros somos fieles por propia voluntad y…
– Pero le darán todo su dinero a la iglesia.
– Que no, que nosotros podemos hacer donaciones voluntarias, pero como cualquier iglesia como…
– Así que dan su dinero a la iglesia
Los pobres mormones, viendo que no iban a llegar a ningún lado y que les iba a volver locos y casi dudando de su propia fe, pusieron en marcha el “plan: evasión rápida”, y se fueron todo lo rápido que pudieron:
– Ehh, señora, mire, tenemos aquí estos folletos, si le interesa puede acudir aquí. Nosotros nos vamos que no queremos molestarla.
– Ah, esperen, si todavía tengo muchas dudas.
– Ehhh, lo siento, pero es que todavía tenemos otros hogares que visitar. Adiós.
– Ah, bueno, pues adiós.
Nunca más volvieron a aparecer mormones por la casa de mi amigo.
Pero parecía un búfalo?
Tengo un amigo que hizo un viaje de 3 horas en mini-autocar, con su hermana y su novia. Su hermana se sentó en la última fila con los bártulos, y él se sentó en la fila de delante con la novia.
En una de las paradas entró una señora de unos cuarenta y tantos, y de complexión fuerte. Tardó menos de cinco minutos en quedarse dormida y roncar.
Casi al final del viaje se despertó, e intentó hablar con la hermana de mi amigo, la cuál pasaba automáticamente de la de los ronquidos, pero la mujer insistía.
Ronquiditos: ‘Perdona, me he quedado dormida?’
La hermana al final, tras tanta insistencia, dijo que SI. Pero la mujer siguió.
Ronquiditos: ‘Y he roncado verdad?’
Ahí, la hermana de mi amigo, por respeto, se cayó y no dijo nada. Pero Ronquiditos no paraba de preguntar, hasta que a mi amigo se le hinchó la vena y respondió:
Mi amigo: ‘Si señora, usted se ha dormido y ha roncado’.
Ronquiditos: ‘Pero mucho?’
Mi amigo: ‘Si, mucho’.
Ronquiditos: ‘Pero, he roncado fuerte?’
Mi amigo: ‘Si señora, ronca usted muy bien y muy fuerte’.
Mi amigo comenzaba ya a desesperarse ante una conversación tan inútil, y esto implica que no suela ser diplomático, incluso siendo un borde y bastante agresivo.
Ronquiditos: ‘Pero tú dirías que parecía un búfalo?’
Mi amigo: ‘Mire señora, como no se calle de una puñetera vez, lo que va a parecer es una pesada, cállese ya coñe!’
Ronquiditos se lo tomó bastante a pecho, y tras llamar a mi amigo ‘borde sin sentimientos’ se calló.
Pero parecía un búfalo? (No sé a qué tipo de persona se le puede ocurrir una pregunta así).
La jungla de cristal
DZ nos cuenta:
“Tengo un amigo que estuvo hace unos días en una boda. Tras la comida y el baile, entabló conversación con una chica que todos debían conocer menos él.
El caso es que acabó saliendo del recinto de la boda “discretamente” con ella, y se fueron a su casa. Una vez allí, y debido únicamente a los calores de esta época del año, empezaron a quitarse ropa hasta quedarse casi sin nada.
Cuál fue la sorpresa de mi amigo cuando descubrió que la chica escondía bajo su tanga un microcosmos, una selva tropical repleta de animales salvajes que campaban a sus anchas entre frondoso pelaje de sus partes inferiores. O al menos eso le debió parecer a mi amigo, porque de la impresión se quedó atónito: jamás había visto una cosa igual.
Pero no se arredró y valientemente intentó ejecutar el acto de apareamiento con ella, aunque no pudo llegar a consumar porque en su imaginación sentía que, entre espasmos pélvicos, estaba acabando con varias especies autóctonas, exclusivas del pequeño ecosistema de la chica. Eso, y la pasividad tipo “hazme tuya, que yo me quedo quieta” de ella.
Lo malo no es esta historia. Lo malo es que parece que triunfó, y ahora a mi amigo le mandan recaditos el resto de invitados de la boda del tipo “yo lo pasé bien, pero tú más, ¿eh pillín?”. Desde entonces, mi amigo está replanteándose ser más selectivo con sus parejas ocasionales, y sustituir los preservativos por cuchillas y espuma, por si acaso.”
La verdad tiene 2 vertientes
DZ nos cuenta:
“Tengo un amigo que hace un tiempo fue a una despedida de soltero de otro amigo. En la fiesta había mucha gente, y no conocía a ninguno, sólo al que se iba a casar. Una de las amigas del novio se fijo en él y se pasó toda la tarde arrimandose. Ya por la noche, las copas hicieron que él cediera y se enrollaran.
Acabaron en la casa de ella a las tantas, ambos con mucho sueño ya que el día había sido muy largo. Intentaron que pasara “algo” pero no hubo manera: el cansancio era superior a ellos, así que decidieron irse a dormir.
Al día siguiente, mi amigo se despertó antes que ella y pudo ver dónde se había metido. Ella estaba al lado, roncando como un leñador de Oklahoma, en el suelo había una capa de polvo de un dedo, varios condones usados debajo de la cama que vio cuando fue a coger los zapatos asqueado, y un gato negro que le miraba fijamente con aires de superioridad en lo alto de una estantería que había justo enfrente. Mi amigo jura que el gato parecía que le decía con mirada condescendiente: “eres un pringao”.
Cuando ella despertó, intentaron hacer “ello” pero no había manera (la resaca y eso), así que él hizo un amago de utilizar “otros medios”, pero cuando vio un hilillo blanco saliendo dedujo que no era una bolsa de té. Aguantando las ganas de vomitar, le dijo que se iba, y ella se cabreó bastante.
No obstante, le pidió el teléfono para verse en otro momento. Mi amigo llamó al número para ella tuviera el suyo y contestó un tío, a lo que ella le respondió que se habría equivocado al copiar. Ya cansado y asqueado, mi amigo se fue.
A los pocos días, el amigo de mi amigo (el de la despedida) le preguntó qué le había hecho a su amiga, que estaba cabreada. Parece ser que ella contó una versión muy distinta de la situación, en la que mi amigo daba patadas a su gato y rompía las tazas del desayuno.
Ya sabeis, la rePUTAción, no vaya a ser que se vaya a pensar que ella es una fresca.”
Relación a distancia: Un mito?
DZ nos cuenta:
“Tengo un amigo que estuvo saliendo con una chica, él era de Madrid y ella de Sevilla. Por aquella época tenían 22 y 18 años respectivamente.
Se conocieron al final de un verano, en la época en la que no había internet ni teléfonos móviles, así que el contacto era bastante complicado. Aún así aguantaron lo suficiente como para seguir juntos el verano siguiente, nadie sabe cómo.
Pasaron un verano muy unidos, pero también terminó, y volvieron a la rutina habitual de estudios, viajes, cartas y llamadas a sus respectivas casas.
Un día me lo encontré cabizbajo y le pregunté si le iba bien con ella. Me contó que hacía unos días, después de haber bajado a una cabina a hablar con ella, había subido a casa a cenar mientras veía la tele.
En la pantalla vio un reportaje precioso sobre “la primavera en Sevilla”, en el que, en la parte de enamorados, aparecía una pareja besándose románticamente en el parque de María Luisa. La chica era su novia. El chico no era él.”
Dejando a tu pareja
Una vez leí en yonkis que existía un listado con 70 excusas para dejar a tu pareja (normalmente es la chica la que abandona al chico cual perro en un arcén). He vuelto a encontrarla, esta vez en una web de WOW. Lo curioso es que tengo un amigo al cuál una chica le dejó usando 23 de las 69 excusas. No está mal…