Archive for the ‘Looser’ Category

Aficionados España Alemania

Saint nos vuelve a sorprender con una nueva historia.

Tengo un amigo que en el complejo deportivo al que va, entra a las clases de aquagym. En esa clase casi todos son mujeres siendo el uno de los pocos hombres que entra. A esa misma clase entran tres chicas alemanas de muy buen ver. El muy tímido despedirse de ellas un día les dijo, entre tartamudeos y con la cabeza agachada por la intimidación que le producían estas mujeres en bañador les dijo «hasta mañana» .

Una de ellas se dio la vuelta y le dijo «hasta mañana no, hasta pasado que mañana juega Alemania contra España» (efectivamente al día siguiente era ese partido del mundial) . De repente mi amigo que no tiene ni puta idea de fútbol se trasformo en el seguidor numero uno de la roja. Y perdió la timidez y hasta aposto con la alemana una cerveza, ella encantada acepto.

A los dos días se volvieron a ver en el complejo deportivo. Ella le dio las felicidades con un abrazo y dos besos (ambos en bañador) lo que hizo que mi amigo se metiera corriendo en el agua para evitar que se dieran cuenta de su erección. Dejando a la Alemana con la palabra en la boca cuando esta le decía que cuando y donde quedaban para la cerveza que ella le debía. Efectivamente nunca quedaron.

El lejía

Saint de http://nosotrosyellas.es y con blog http://mauroniando.blogspot.com, nos cuenta la siguiente historia:

Tengo un amigo que le estaba poniendo los cuernos a la novia. A esta sus amigas se lo comentaron y como no se lo creía lo siguió tipo espía durante unos días. Ella en esos días no noto nada extraño. Ella se sintió mal por desconfiar de mi amigo y lo llamo para confesar que lo había estando espiando y se sentía mal por desconfiar de el. No se muy bien como se torció la cosa pero mi amigo acabó confesando a la novia que era cierto que le era infiel. Ella lo dejo y a el se le vino el mundo encima y decidió suicidarse. No se le ocurrió otra cosa que tomarse un ron con lejía. Después de estar 3 días en el hospital la novia volvió con él (siguen juntos aunque ahora el parece la mascota de ella no el novio). Esto paso hace casi dos años, pues hoy en día cada vez que pasa por el bar, tiene que pedir un cortado o una cerveza porque como pida un combinado el camarero/a de turno le dice «se me acabo la lejía lo quieres con coca cola»

Ups, si se me ha ido la mano…

Tengo un amigo que suele cortarse el pelo con maquinilla en su casa. Un día su novia le preguntó si le gustaría que fuese ella quien le cortase el pelo, y mi amigo, ingénuo de él, accedió. La primera y la segunda vez no ocurrió nada «raro» pero la tercera vez hubo un pequeño desliz.
La novia de mi amigo «olvidó» poner el adaptador a la máquina y en la primera acometida dejó sin nada de pelo a mi amigo. Este, al ver la mata de pelo que había en la máquina de buenas a primeras se dió cuenta del pequeño desliz de su novia.

Esto provocó que mi amigo tuviera que cortarse el pelo al 1, quedándole una cabeza bastante…despejada.

Así que amigos y amigas, temed de vuestras novias si no queréis parecer bolas de billar 🙂 [o id al peluquero]

Merluzo de Piscina

Tengo un amigo que le ha cogido el gustillo a esto de ir a nadar después del trabajo. Y como le ha dado fuerte, va dos o tres veces a la semana. En una ocasión, al salir de la piscina e ir a los vestuarios para cambiarse, vió a un socorrista, cizalla en mano (pedazo de cizalla!), golpeando a muerte un candado enorme, ante los ojos atónitos del resto de espectadores, y un pobre zagal al cuál sólo le faltaba sollozar por la paliza que le estaban dando al candado. Había que ver cómo, el pobre socorrista, daba el máximo de sí ante semejante cacho de candado. Mi amigo me cuenta que lo consiguió, no sin dejarse la piel en el intento.
Muchos pensarán: pobrecico, se le ha caído la llave mientras nadaba…
Pues no. El muy merluzo había olvidado la llave dentro de la taquilla.
Muchos pensarán: Madre mía qué vergüenza debió pasar…
Pues no. Cuando el socorrista le ganó la batalla al padre de todos los candados, enseñó en alto con señal de victoria su llavero diciendo: Aquí están! Con la otra, enseñaba su DNI para demostrar que sí, era su taquilla, mientras decía: «Se me parece el del DNI eh?». Si le adjuntamos su voz, su risa y la cara de merluzo, entendemos perfectamente la causa por la cuál el socorrista miraba impotente a su cizalla (yo le habría golpeado la cara con la misma fuerza con la que le había golpeado al padre de todos los candados).

Pillas la indirecta?

Hace mucho tiempo que no hablamos de Hombre-Erasmus, el zagal dice estar «ocupado» con sus temas y estudios. Pero el otro día llegó a nuestra redacción con una historia caliente que le acababa de pasar hacía poco tiempo.
Antes de los exámenes (ya sabemos cómo pica durante esas fechas) Hombre-Erasmus (que sigue viviendo en la residencia de estudiantes) intentaba flirtear con una Belga_Von_Tetonen. El caso es que Hombre-Erasmus le propuso «ir a ver una película», tal que Hombre-Erasmus pone las palomitas y ella pone la habitación y la peli. Bueno, para compensar que Hombre-Erasmus sólo ponía una cosa, se guardaba un «as» en…el bolsillo, porsifo.
Hombre-Erasmus, puntual, llega a la habitación de la belga, casi sin iluminación…genial. Le pregunta dónde sentarse y esta le indica la cama (esto va bien). Ella pone la película y se sienta…EN UNA SILLA A 3 METROS DE HOMBRE-ERASMUS! Esto descompone a Hombre-Erasmus, el cual insta a la belga a sentarse junto a él, pero esta desestima el recurso.

Hombre-Erasmus cree que alguien no pilló la indirecta…

Mi segundo triatlón

Siempre han dicho que las segundas partes nunca fueron buenas. En el caso de mi amigo fue algo mejor, pero tuvo sus destellos cómicos, por supuesto.
Mi amigo se dispuso a hacer su segundo triatlón, sólo dos semanas después del primero y con la lección bien aprendida, así que el día de antes preparó los materiales necesarios para la carrera, esta vez eligiéndolos un poquito mejor. Se lo dejó todo preparado para «llegar y poner».
Llega la carrera. Comienza la natación y el tío baja en 4 minutos el tiempo de la pasada edición (de 14′ a 10′ los 500 metros). Aquí la transición era más larga (el primero la hace en unos 4 minutos, cuando en la otra edición en 1 minuto raso la hacía). Mi amigo llega a la zona de transición lo más rápido posible, se quita la combi, se viste y cuando se va a poner el dorsal, este sale disparado. Va como loco a buscarlo y se da cuenta de que está roto.
Oh, qué bien, sin dorsal no se puede seguir. Y el tiempo sigue corriendo…
Finalmente encontró el modo de hacer un agujero y pasar una goma de reserva que se guardó…y el tiempo sigue corriendo…
Total, 8 minutazos de transición, ahí, con un par!
El tío siguió contra viento y marea hasta terminar la carrera. Lo mejor era ver las fotos. Todo el mundo con su dorsal colocado bien y mi amigo con el dorsal a la virulé.

Venga amigo mío, a la tercera irá la vencida. Queremos que te pase algo más escatológico para poder contarlo aquí 🙂

Practicando la postura

Tengo un amigo que acababa de mudarse a un nuevo barrio. Digamos que no era un barrio precisamente «elegante», pero tampoco estaba tan mal.

Estaba mi amigo un día dando un paseo para conocer sus calles cuando pasó por delante de una iglesia. Delante de la iglesia había tres personas hablando con voz elevada y gesticulando mucho. Dos tendrían unos treinta y pico mal llevados, y el otro era un anciano con muy mala cara. De lejos mi amigo pensó que los dos más jóvenes estaban peleando, pero siguió avanzando cuando vio que no parecían demasiado agresivos.

Al acercarse más pudo ver y oír que estaban haciendo: ¡estaban discutiendo cual era la postura adecuada para pedir limosna a la salida de misa! Los gestos que hacían eran demostraciones de como se ponían para dar más pena, y hablaban a gritos porque iban metidos de todo menos de termalgines.

Y lo peor de todo es que no hacían ni caso del anciano tremendamente decrépito que a buen seguro si que necesitaba alguna limosna para subsistir.

Es que no me lo puedo tragar

Tengo un amigo que en el instituto tenía una profesora que odiaba profundamente los chicles, y así lo dejó bien claro el primer día de clase:

– Como pille a alguno comiendo chicle en clase, se lo tragará, ¿ha quedado claro?

Y claro les quedó a todos. Bueno, a casi todos. Un día a una compañera de mi amigo se le olvidó la amenaza. Quizás sea verdad que el chicle es malo y es como las drogas, que te vuelves dependiente. El caso es que la incauta se olvidó tirar el chicle antes de que la clase empezara. Como uno puede esperarse, la profesora la pilló «con las manos en la masa»:

– Tu, Fulanita, estás comiendo chicle, ¿verdad?
– Ehhhh, si…
– Voy a ir hasta el encerado y al darme la vuelta no quiero verte con él. Me da igual si te lo tragas.

La profesora avanzó unos pasos lentamente y al llegar a la pizarra se giró, y vio a su alumna con el chicle en la boca, y con la cara roja y nerviosa:
– ¿Que te pasa, por qué estás aún con el chicle?
– Es queee… no me lo puedo tragar. Lo he intentado y no puedo…

En ese momento el resto de alumnos de clase estalló en risas, para mayor vergÜenza de la adicta al chicle. Y lo peor estaba por llegar, porque esa frase marcó a la pobre alumna para el resto del curso…

El primer triatlón

Tengo un amigo que participó en un triatlón allá en el mes de Agosto. Como era su primera participación decidió apuntarse al trazado corto que consta de 500 metros de natación, 22 kms de bicicleta y 5 kms corriendo. Se propuso hacer 1h30, y no se quedó lejos de sus pronósticos (hizo 1h31’30») aunque tal y como se desarrolló la carrera, pudo hacer 5 minutos menos fácilmente.

La competición comenzaba a las 8h40 y el tío llegó a 1 minuto de la salida con el neopreno sin poner y con el gorro y las gafas en la mano. Al dar el pistoletazo de salida mi amigo seguía sin estar listo. Empezó último la competición (hay que tenerlos gordos).
Tras hacer el trazado de 500 metros y adelantar unas 30 posiciones (100 de 130 aprox), mi amigo corrió la zona de transición con cierta parsimonia y al llegar al parking de bicis comenzó a quitarse el neopreno. Como los tiene cuadrados, cuando casi había terminado de quitarse el neopreno, se dió cuenta de que tenía el sensor de tiempo atado al tobillo! Vuelta a ponerse el neopreno, quitar el sensor, quitar el neopreno, vestirse para ir en bici…4 minutos y medio de transición! Generalmente, son 2 o 2 y medio…Había perdido todo el tiempo que había ganado nadando.
En bicicleta el tío fue a tope, lo dió todo. Recuperó casi 50 posiciones. Al llegar al estadio no sabía dónde empezaba la zona de transición (donde es obligatorio ir a pie, sino, puedes ser descalificado); así que se bajó nada más entrar. 100 metros delante se encontraba la línea de transición, así que volvió a hacer el canelo, perdiendo 1 valioso minuto (por lo menos). Tras eso, se cambió (de nuevo con su pachorra, 2 minutos y medio por 1 y medio del resto) perdiendo de nuevo posiciones, y se dispuso a recorrer los 5 kms de carrera. Ahí, volvió a recuperar unas 10 posiciones para terminar la carrera en el puesto 102 de los 130 competidores de su edad, el 300 de 400 en la categoría de hombres.

A decir verdad, no está mal para haberla cagado desde el principio. Eso sí, el zagal estaba la mar de contento de haber podido terminar la carrera, y pagó todos los platos rotos de ser la primera vez que se lanzaba en este tipo de aventuras. De buen seguro, ha aprendido la lección y la próxima vez lo hará mejor, porque peor es imposible.

Encuentro terrorífico

Tengo un amigo que fue martirizado en el trabajo por Hombre-pez. No hacía lo que le decía, hacía las cosas al revés, se ponía a jugar con tazos, insultaba su trabajo, destruía más que ayudaba, no tenía ni idea, etc, etc. Al final, como es natural en una empresa que aún no se ha ido al garete, le despidieron. Y mi amigo fue feliz un tiempo sin tener que aguantar a semejante personaje.

Pero un día de verano, yendo a su nuevo trabajo en una oficina del centro de su ciudad, vio unos metros más adelante una figura con un halo oscuro, sin cuello y caminando de forma extraña. Un terror helado y paralizante envolvió a mi amigo. No podía ser, sólo había un ser como ese, ¡era hombre pez! Y encima iba en la misma dirección.

Llegando a un semáforo mi amigo decidió dar un rodeo, porque si no llegaría a alcanzarle (los pies-aletas de hombre pez no le permiten andar a gran velocidad), y tampoco podía demorarse mucho porque si no llegaría tarde a su trabajo.

Por fin relajación, ya lo había perdido de vista. Pero al ir a cruzar la calle para llegar por fin a su trabajo, ¡ahí estaba él! Mi amigo había previsto la ruta de hombre-pez pensando en una ruta lógica, pero se equivocó. Por suerte el personaje se fue antes de que el semáforo se pusiera verde y por fin mi amigo pudo descansar. Pero el terror de las lúgubres imágenes del pasado ya no le abandonó el resto del día.

Extra: ¿Aún te preguntas como son los habitantes de las novelas de H. P. Lovecraft con quien siempre comparo a este personaje? He aquí un par de imágenes ilustrativas: