Archive for the ‘borrachos’ Tag

Los múltiples usos de una lavadora

Sr. H. nos cuenta:
«Tengo un amigo que vivía en un colegio mayor de mi ciudad. Una noche (un viernes) salimos con él e hicimos que se emborrachara a tope. Le acompañamos hasta el colegio mayor y se fue a dormir. Al día siguiente nos contó lo que le pasó…
Aparentemente, tras dormir, se levantó y se fue a hacer la colada. Todavía estaba resacoso y tenía el estómago revuelto. Al llegar a la sala de las lavadoras, dejó su canasto en el suelo. Abrió la puerta de la lavadora para ver si había ropa dentro y en ese mismo momento le dieron tales arcadas que…vomitó dentro de la lavadora!
Así que tuvo que usar la otra.
Luego se vió obligado a decir que él, que formaba parte del primer turno de lavadoras, al llegar vió que la lavadora estaba en ese estado…»

Esta señal es mía

Sr. H. nos cuenta:
«Tengo un amigo que saliendo con sus amigos se pilló una toña de espanto. Al volver a casa y como siempre era habitual, «jugaban» con las señales de tráfico, sobre todo las provisionales. Quién no lo ha hecho nunca, eh? En esta ocasión, la señal estaba bien plantada en el suelo y a mi amigo y sus acompañantes les era imposible arrancarla de su sitio. En un momento dado, mi amigo se quedó sólo en la lucha contra la señal de tráfico cuando, alguien por detrás, le llamó la atención. Exacto, la policía. Entre las preguntas más graciosas que le formularon, se encuentran las siguientes:
– Qué cree usted que está haciendo?
– Ha consumido alcohol?
En esos momentos, el walkie de esos policías avisaba de un accidente a causa de un joven que había perdido el control de su moto.
Los policías se fueron tras advertir a mi amigo.
Mi amigo finalmente no pudo llevarse la señal a su casa, muestra de su victoria frente a la temible policía.»

Ponte siempre el casco…o casi siempre

Sr. H. nos cuenta:
«Tengo un amigo que una vez saliendo de fiesta con sus amigos se pilló una buena güaza. Al volver tenía que coger su scooter para volver a casa dado que vivía bastante lejos (Niños, no conduzcáis si bebéis). Se puso el casco y dirigió rumbo hacia su destino. En un momento dado empezó a encontrarse mal, así que paró su scooter y descansó unos minutos. Se quitó el casco, reposó unos minutos, se puso el casco cuando comenzó a sentirse mejor y volvió a ponerse en marcha. Al llegar a su destino fue a aparcar la moto pero, antes de hacerlo, le dieron arcadas y vomitó…CON EL CASCO PUESTO! Imaginaros la escena…por la visera, por el pelo, por el cuello, por detrás…
No conozco a nadie que sea capaz de superar a mi amigo en cuanto a acontecimientos extraños de borrachos.»

Por qué lo llaman talento cuando quieren decir EMBRIAGUEZ?

Rafi nos cuenta:

«Tengo un amigo que toca en un grupo de metal, o como se conocen por el sur, (al menos en mi pueblo es así), un grupo de ¨jevichorras¨

El Heavy metal es, en esencia, fruto de toda disputa no verbal entre dos partes, que necesariamente no están del todo de acuerdo en el contenido parcial o total que el tema en cuestión ocupa, es decir, una pelea de cojones, donde emanan la sangre y los dientes por doquier, entre los defensores a ultranza de este tipo de música, conocidos como ¨hijos del metal¨, y los pijos o reggaetoneros estándar, disponibles en el catálogo 2.1 de la revista ¨gente sin personalidad¨, ´si no te gusta tu nueva personalidad, prueba una nueva totalmente gratis`.

Mi amigo en cuestión, es el dudosamente afamado guitarrista de la panda, que, para que os hagáis idea de su nivel técnico, y como se dice, es mejor persona que profesional, y como persona, es un pedazo hijo puta. El caso es que el odioso grupo de mi colega, tras muchos intentos, consiguieron extorsionar (o convencer, no sé qué es lo que me dijo) al dueño de un bareto para dar su primer concierto, el caos total, pensé, el fin de la música, cuanto menos…

Pero si bien, las grandes carencias técnicas de mi amigo eran un gran problema, lo que realmente le preocupaba era el miedo escénico de tocar ante tantos amigos y familiares, así como la buena cosecha de tomates ese año, que podían poner en peligro su integridad en el escenario.

Finalmente, el día llegó, una paradita por la farmacia, cachis!, no quedan tapones, no pasa nada, de tripas corazón y al concierto…, y cuando llego me encuentro con mi colega:
-El menda: hey tio, nervioso o qué?
-Mi amigo: Que va, si un par de rubitas ya me han relajado_dice sosteniendo dos cerverzas, y medio borracho que iba el jodio.

Ante mi sorpresa, fue el mejor concierto clandestino que jamás había escuchado, y mi amigo lo clavó enterito, incluso el solo de ¨Flojos de pantalón¨, que le salía rematadamente mal. Por lo que, considerando, además, que el batería va siempre de porros hasta las cejas, y que el cantante-bajista, es empanao por naturaleza, va a ser verdad eso de que en un grupo heavy cuanto más colocao mejor toca, no?»

La Alemana Loca

Hombre-Erasmus conoció a alguien que cambió su concepción de la palabra «persona».

Estando de Erasmus (a veces me pregunto cuánto tiempo se ha clavado este tío de Erasmus, tiene demasiadas anécdotas), y estando en la cocina de la residencia cocinando algo para comer, llegó la mismísima hermana de Marge Simpson (pero con el pelo del color del actor secundario Bob). Era una alemana que no entendía ni papa de francés…ni de inglés…sólo sabía alemán (idioma que Hombre-Erasmus sólo sabe hablar si tiene un bocata del calamar bravo en la boca).

Una vez se presentó la tía (se supone), Hombre-Erasmus vió que la tía buscaba algo, así que llamó a una de sus amigas alemanas para enterarse de qué iba la fiesta. La tía buscaba algo de vino tinto.

El tiempo comenzó a pasar, y la fama llegó: esa alemana fue apodada como ‘La Alemana Loca’, y se la conocía por borracha, fumadora compulsiva y mendiga. Nunca tenía dinero, iba buscando por las basuras de la cocina comida, buscaba por doquier alcohol (imaginaros, vino picado para hacer sangrías en las fiestas de la residencia) y tabaco.

Pero el sumún llegó el día que, borracha y fumadísima, se le vió…comer colillas de cigarro!

Y ese día, Hombre-Erasmus supo diferencias a humanos y no-humanos.

El que no beba…!

Tengo un amigo que, como mucha gente, sale los fines de semana con sus amigos. En una de sus salidas nocturnas, con el ‘jiji-jaja’, cubatilla por aquí, chupito por allá, se empezó a poner ‘morao’ de beber, igual que sus amigos. En un momento dado, la historia se redujo a un grupo de 3. Decidieron ir a un bar, y se pidieron una caipirinha en un bol. A duras penas se la bebieron. Tras ello, el morao era supremo. A uno de ellos no se le ocurrió otra idea que pedir otra, mientras los otros dos imploraban que no lo hiciera. Para motivarles, el que la pidió dijo la frase que quedó siempre para la posteridad:

– El que deje de beber el primero, maricón!

Iban tan borrachos que empezaron a beber todos al unísono, mirándose entre ellos, y engullendo sin parar. Nadie levantó la cabeza hasta que se la bebieron de una tacada.

Al salir del bar iban tan doblados que se tuvieron que coger entre los 3 para poder volver a casa. Para mi amigo era su primera gran borrachera, esa que nunca se olvida. Lo mejor es que mi amigo vive en un barrio algo «conflictivo» y cuando volvía a casa (andando), una patrulla de policía pasó por al lado, le paró, le preguntaron que dónde iba, si era de la zona…todo un interrogatorio!

Tengo entendido que no lo enchironaron (me extraña, mi amigo iba cieguísimo y pudo haber dicho cualquier estupidez…).

Desde entonces, mi amigo no ha vuelto a probar una caipirinha.

Lagunas como océanos

Hombre-Erasmus es un hombre comprometido con la causa. Estando de Erasmus, viajó hasta su ciudad natal para, entre otras cosas, asistir al cumpleaños de uno de sus amigos. El plan era sencillo: Ir a casa del zagal, empezar ahí a beber junto con el resto de invitados, salir de fiesta, y pasarlo bien.

La noche empezó bien. Hombre-Erasmus decidió aportar una botella de tequila a la fiesta. La gente empezó a beber, y, gracias a unas «inteligentes apuestas», Hombre-Erasmus y otros 3 valientes se pimplaron la botella de tequila en 15 minutos a base de chupitos.

Hombre-Erasmus salió ya calentito de la casa y cuando llegaron a la zona de marcha, Hombre-Erasmus se empezó a descolgar del grupo. Cuando todos entraron al primer bar, se dieron cuenta que faltaba él. Alguien salió a buscarle, y le vieron «flirteando» con 3 chicas en la puerta de un bar, y con el gorila diciéndole que se marchase. El amigocho se llevó a Hombre-Erasmus (que iba ya cieguísimo) al bar con los colegas, y cuando fueron a pedir la primera ronda, Hombre-Erasmus había vuelto a desaparecer. Otro amigocho salió a buscarle, y le vio entrar al bar del gorilón, acompañado por este, pero esta vez de buenas maneras. El amigocho creyó que la situación estaba controlada, pero Hombre-Erasmus no aparecía. Le llamaron, le enviaron sms, pero no dio signos de vida.

Entre tanto, Hombre-Erasmus comenzó a sentirse mal y se fue a casa sin avisar a nadie, más borracho que una cuba. El tío llegó a su casa y no supo abrir la puerta del hall. Resulta que la cerradura era «nueva» (la habían cambiado mientras estaba de Erasmus…). Con un par de manotazos tocó a los timbres de su casa y alguien le respondió, pero iba tan ciego que sólo pudo decir «Abridme». Nadie lo hizo. Encima ni se «acordaba» de su piso, y no tuvo otra genialidad que clavarse otro pateo hasta la casa de sus abuelos.

Nadie sabe cómo logró llegar hasta allí, abrir la puerta, subir las escaleras y meterse a sobar, pero él nos relató que tiene lagunas como océanos, que sólo recuerda ciertas imágenes, y que cuando despertó, se vió en casa de sus abuelos, en calzones, y que no le faltaba nada.

¡Revivir viejos tiempos!

Shiva nos cuenta:

«Tengo un amigo que un día volviendo a retomar viejos tiempos fuimos a tomarnos unos calimotxos al parque para luego disponernos a salir por ahí, el tío, se enganchó semejante borrachera que se perdió, y como no nos encontraba se piro a casa.

Resulta que cuando llego a casa media hora después, el tío no se había dado cuenta que sus padres lo estaban viendo desde el otro lado de la calle ir de lado a lado haciendo eses como si de una serpiente se tratará y empezó a mear en el portal de al lado que justamente era la entrada de los locales de su comunidad.

Cuando subieron a casa, se dirigieron a su cuarto y le echaron la bronca de su vida. Lógico y normal teniendo en cuenta que mi colega tenía 30 años recién cumplidos y encima ERAN LAS 12:30 de la noche y habíamos empezado a beber sobre las 11:00!!!»

Borrachera interruptus

Barto nos cuenta:

«La historia trata sobra la moñaza o guazón que se pillo un colega mío en las fiestas del pueblo. El susudicho mozo no suele digamos que “beber”, conque cuando lo hace pues lo monta.

La cuestión es que empezó a beber hasta que llego un momento que pillo una tajada respetable. Estando en la disco móvil del pueblo a los amigos no se les ocurre otra cosa que irse al campo de fútbol(que estaba pegado) y poner a hacer carreras con los pantalones bajados ahí en toda la oscuridad.

Hasta aquí lo que se dice una noche de fiesta divertida, la putada vino después cuando haciendo luchas a lo pressing catch (por supuesto con los pantalones aun bajados) el colega se percató que había perdido la cartera, las llaves y el móvil. Conque de ese momento en adelante le dio el bajón y un colega se lo llevo a su casa.

Al día siguiente a las 10 de la mañana con toda la tajada haciendo efervescencia en el estómago se dirigieron al campo de fútbol, saltaron la valla y encontraron todo el material perdido desperdigado sobre el campo. Conque al final todo se resolvió felizmente.»

¡Taxiiii!

Un compañero de la universidad tenía (bueno, supongo que seguirá teniendo) unos amigos un tanto brutos. Jugadores de rugby de 1.90m de estatura imponen respeto, y sin van extremadamente cocidos más.

El caso es que estos «dulces angelitos» estaban repletos de alcohol (que ya es alcohol) y decidieron coger un taxi. ¿Como lo hicieron? A su estilo, por supuesto: se plantaron en medio de la carretera y dieron al alto a un taxi con voz turbia por el alcohol, se subieron tambaleantes y balbucieron la dirección de sus casas antes de echar un reparador sueñecito en el cómodo asiento trasero del vehículo.

¿Cual era entonces el problema? El problema es que el coche NO era un taxi. Es más, ni siquiera era blanco, era un coche rojo de un pobre hombre que venía de trabajar a esas horas y prefirió llevar a semejantes carnuces por si las moscas…

Moraleja: por la noche llevad siempre los seguros echados 😉