Archive for the ‘Instituto/Universidad’ Category

Es que no me lo puedo tragar

Tengo un amigo que en el instituto tenía una profesora que odiaba profundamente los chicles, y así lo dejó bien claro el primer día de clase:

– Como pille a alguno comiendo chicle en clase, se lo tragará, ¿ha quedado claro?

Y claro les quedó a todos. Bueno, a casi todos. Un día a una compañera de mi amigo se le olvidó la amenaza. Quizás sea verdad que el chicle es malo y es como las drogas, que te vuelves dependiente. El caso es que la incauta se olvidó tirar el chicle antes de que la clase empezara. Como uno puede esperarse, la profesora la pilló «con las manos en la masa»:

– Tu, Fulanita, estás comiendo chicle, ¿verdad?
– Ehhhh, si…
– Voy a ir hasta el encerado y al darme la vuelta no quiero verte con él. Me da igual si te lo tragas.

La profesora avanzó unos pasos lentamente y al llegar a la pizarra se giró, y vio a su alumna con el chicle en la boca, y con la cara roja y nerviosa:
– ¿Que te pasa, por qué estás aún con el chicle?
– Es queee… no me lo puedo tragar. Lo he intentado y no puedo…

En ese momento el resto de alumnos de clase estalló en risas, para mayor vergÜenza de la adicta al chicle. Y lo peor estaba por llegar, porque esa frase marcó a la pobre alumna para el resto del curso…

Bola de fuego

Tengo un amigo que estaba un día degustando un bocadillo en la cafetería de su universidad. Cansado y aburrido, y con un compañero pirómano al lado enfrascado en la tarea de convertir los envoltorios de palmeras de chocolate en una bola de plástico fundido, sólo podían surgir ideas peligrosas.

Mi amigo cogió aburrido la servilleta que envolvía su ya finado bocadillo y la convirtió en una pelota. Después de un breve jugueteo descubrió que estaba manchada de ketchup, y este descubrimiento aparentemente inocuo e insulso se convirtió en la semilla de la tragedia.

Por alguna razón que la neurología moderna aún no ha descubierto, asoció la pelota de papel manchada de ketchup y el pirómano fundiendo plástico y formuló la fatídica pregunta que traería la desgracia:
– ¿Arderá el ketchup?

Como buenos españoles ante una pregunta absurda, los allí reunidos se dividieron en dos grupos de opinión, los que creían que si y los que creían que no. Mi amigo decidió zanjar la breve y poco apasionada discusión como lo habrían hecho los mismísimos «Cazadores de Mitos»:
– Voy a probarlo

Y resultó que el ketchup no ardía con facilidad, pero la pelota de papel manchada de ketchup si que empezó a consumirse por cálidas y alegres llamas.

En un intento de deshacerse del artefacto incendiado, le dio un manotazo a la pelota, que fue a rodar fuera de la mesa y a precipitarse encima de la rodilla de uno de los atónitos observadores. Como estaba pringada de ketchup, la pelota ardiendo se quedó pegada a la rodilla. El chándal de material sintético ardió por simpatía con la pelota de papel. Y el ardiente, aún estupefacto, ni se movía. Por suerte sus compañeros si lo hicieron, y se abalanzaron sobre él para apagar el fuego que empezaba a consumir su pantalón.

Por fortuna todo se saldó con un agujero de 5cm de diámetro en el pantalón del chándal, un buen susto y la certeza de que el ketchup no arde bien.

Lo más irónico es que todo esto sucedió mientras el pirómano del grupo estaba momentáneamente ausente. Cuando vio el percal y le explicaron lo sucedido sólo pudo decir una cosa:
– ¡Joder, ya podríais haberme esperado!

Intestino kilométrico

Tengo un amigo que estando un día en una clase de la universidad, su profesor, no recuerda a santo de qué, soltó la siguiente perla:

– En intestino humano es larguísimo, tiene cerca de 1km de longitud.

Los alumnos que estaban modorros pero no catatónicos se quedaron aterrados al pensar en semejante longitud intestinal y le corrigieron educadamente:

– Profesor, eso es imposible, mucho intestino es ese

A lo que ni corto ni perezoso respondió:

– Bueno, el de las personas quizás no tanto, ¡pero el de los cerdos seguro que pasa!

Una breve búsqueda en Internet nos muestra que el aparato digestivo humano completo mide unos 11 metros, y el de un cerdo unos 30m.

Antes era roja

Tengo un amigo que vivía en un piso de estudiantes y digamos que «pulcritud» es un adjetivo que no se asociaba a ese lugar, salvo que se utilizase para expresar extremo cinismo, o si se había vivido toda la vida en un pantano.

Un día fuimos a verle y había una gran sandía partida por la mitad encima de la mesa del salón. La sandía era amarilla, y tenía moscas alrededor. Por si no quedaba claro su estado de conservación, el olor a fruta pasada embargaba al que se acercaba. Entonces alguien preguntó:

– Oye, ¿por qué es amarilla?
– Ah, antes era roja
– ¿Y por qué no la tiráis si está podrida?
– No se, no es mía.

Aún tardaron un tiempo en deshacerse de ella. Aunque yo tengo la teoría de que la sandía evolucionó hasta tener patas, y se fue corriendo.

Dormir en el autobús

Cubi nos cuenta:
«Tengo un amigo que hace unos años, cuando estudiaba en la Almunia, tenía que ir y volver en autobús todos los días. Una tarde se tuvo que quedar para hacer unas prácticas y se hizo de noche, cogió el autobús y solo había libre un asiento atrás del todo, los peores sitios, como no iba ningún conocido en el bus decidió dormirse. Era algo que hacía muchas veces y siempre se depertaba en las paradas del autobús y aún en el caso de que no lo hicera se bajaba en la última, en el Paraninfo, así que no había problema porque alguien le despertaría. Pero ese dia tuvo mala suerte y la gente que tenia alrededor se bajó en las paradas anteriores, o eso, o no quisieron despertarle. El conductor siempre recorría el autobús en la última parada por si alguien se había dejado algo, pero o bien no lo hizo o bien no llegó hasta el final. Total que el hombre arrancó para llevar a cocheras un autobús que creía vacío, y al llegar cocheras el autobús tenía que subir a la acera para entrar y con el bote de subir el bordillo mi amigo se despertó un tanto desorientado. En ese momento el autobús pego un frenazo, y el conductor empezó a gritar bastante nervioso que quien andaba hay atrás, probablemente el hombre se llevo un buen susto y cuando mi amigo se acercó a decirle que se había quedado dormido, le echó del autobús de una forma bastante maleducada y brusca. Y ahí le dejó tirado en la puerta de cocheras, que por suerte estaban dentro de la ciudad y lo unico malo fue la caminata que se tuvo que dar para llegar a casa.»

Escalada armamentística

Tengo un amigo que estaba un día aburrido en su facultad después de comer, esperando la media hora que faltaba para empezar las clases de la tarde. Era ese momento de modorra mientras haces la digestión, en el que eres incapaz de hacer nada que sea productivo para la raza humana.

En ese momento de debilidad mental, alguien distraidamente comenzó a hacer un avioncito de papel con un folio que había por ahí. Lo lanzó y voló. Ese gesto tal simple, fue el equivalente al hueso lanzado por los homínidos de «2001 Odisea en el espacio»: otro mas empezó a hacer otro, simplemente para ver si podía ganar al primero.

Al cabo de 10 minutos el jardín que se veía por la ventana, estaba cubierto por un par de docenas de avioncitos de formas diversas. Incluso alguno estaba en ese momento cogiendo celo para unir varias hojas de periódico y hacer «la madre de todos los aviones de papel». Por suerte llegó el profesor segundos después de que alguien sugiriera empezar a lanzar aviones en llamas.

Espectacular debió ser el cabreo que pilló el jardinero al día siguiente al ver los 40 ó 50 aviones de papel desperdigados por el césped.

Lo que hace el aburrimiento.

Lo tienes muy NEGRO

Alex nos cuenta:

«Recuerdo en la época de del instituto, teníamos un compañero mulato y algo marginadillo, que se dedicaba a distraerse como podía y a decir cosas como, Pene, Vagina… y echar lapos por la espalda a las tías.
Había un profesor novato y bastante pringaete que le pillo haciendo de las suyas y le pegó un discurso en plan filosófico, que si así no vas a llegar a ninguna parte etc etc, pero que acabo de manera poco afortunada al decirle, tio, lo tienes muuuy NEGRO para aprobar.
Toda la clase comenzamos a descojonarnos y el profe viendo el panorama se pone a pedir disculpas.
Que gran día.»

En méjico (casi) todos son muy machos

Tengo un amigo que estaba haciendo unos cursos en la Universidad de Verano, para conseguir los tan ansiados créditos de libre elección. En el lugar donde se impartían organizaban un día de la semana de cursos, una excursión a la que podían acceder profesores y alumnos, y por supuesto fue mi amigo. Hay que aprovechar lo gratis.

A la excursión acudían dos profesores mejicanos (o mexicanos si lo prefieren 🙂 ) de mediana edad. Se fijó en ellos por la sencilla razón de que siempre se quedaban atrás de todos. Mi amigo se preguntó por qué sería y les observó de reojo. Se sonrió al ver que era para… ¡ir cogidos de la mano!

Pero lo que le causó estupor y preocupación no fue eso ni mucho menos. Lo que le llamó fuertemente la atención fue que cada vez que se cogían tímidamente de la mano miraban alrededor con miedo, auténtico temor, por si alguien les veía y les decía o hacía algo. La cara sorpresa que pusieron luego de un rato al ver que nada malo pasaba, fue aún más reveladora.

Ante lo cual mi amigo sólo pudo pensar: «joder, que mal lo tienen que estar pasando en su país».

Ojala por allá pensaran al menos como mi abuela: «¿y que problema hay con los gays? Si Dios los ha hecho así por algo será».

Empalme universitario

Rafi nos cuenta:

Tengo un amigo que, en cuan irrisorio momento, tuvo el honor o la desgracia de aceptar mi invitación de inaugurar la temporada de lo que hoy conocemos como empalme universitario.

El empalme universitario (evitemos los eufemismos malpensados), es una de esas noches en las que te vas de fiesta y sin pasar por casa, y sin dormir un minuto, vas por la mañana a dar clase a la uni, con los consecuentes desagravios mentales que tan costosa tarea puede conllevar. El caso es que para inaugurar tan excelentísima y loable causa, decidimos, mi amigo y yo, armar la monumental esa noche, y visitar la fiesta universitaria de unos amigos que vivían en otra ciudad a unas 3 horicas de viaje.

La noche fue fantástica, insanamente placentera diría yo, además estábamos en el punto exacto de embriaguez, en el conocido como punto isoeléctrico, sí, sí, el punto ese, en el que estás lo suficiente borracho como para discutir con tu reflejo en el espejo, pero lo suficientemente sobrio como para ganar la discusión…

La noche fue muy buena, pero lo realmente memorable fue lo que le pasó a mi amigo por la mañana. Tras llegar a la uni con los 2 autobuses que tuvimos que coger y un par de cafés en el cuerpo, me despedí de mi amigo, en relativas buenas condiciones. Pero no sé qué es lo que le pasaría a semejante personaje (lo curioso es que él tampoco), que ese mismo día me dice que habiendo asistido a las prácticas de física, de aquella manera, y pensando más en lo mundos de yupi que en otra cosa, pero que asistiendo, que no sabe cómo pero que el profesor le dijó que no se dignase en volver, que le iba a suspender, mmm strange…

La moraleja es, entonces, que menos salir de parranda y más estudiar ?… que va, la moraleja es que ya que sales, te vas a tu casa a dormir, te fumas un par de clases, no la lías, y además todos contentos, no ?

Un auténtico conglomerado de sabiduría universitaria 🙂

Suspendido?

Juguemos a los rumores.

Tengo un amigo que me contó el rumor más extendido del Centro Politécnico de Zaragoza. Resulta que cierta profesora del área de matemática aplicada puso un exámen (hasta aquí todo normal). Las notas salieron, y todos los alumnos fueron a ver sus suspensos, menos 2 o 3 (de unos 300 o más) que aprobaron. Y entre esos suspensos, muchos pidieron revisión de exámen, pero una de ellas fue especial. Al llegar al despacho de la profesora, un alumno vió su exámen sin nota, sólo las 4 esquinas del exámen marcadas con boli rojo.

Mi amigo revisó el exámen y, al no ver anotaciones, pidió que se lo corrigiesen, que parecía que se les había olvidado.

La profesora miró su exámen y dijo: «Si corregido está!»

El alumno preguntó: «Y la nota?»

La profesora hizó un «chafún» con su gran frase: «Mira, ves las esquinas marcadas? Es que tienes un cero tan grande que no me cabía en el folio.»

Haciendo amigos…